Las universidades se han encargado de retomar los orígenes del género en sus enseñanzas musicales
En sus inicios, el jazz en España no tuvo mucha popularidad. Y es que eran pocos los lugares donde el género podía disfrutarse, hasta que paulatinamente la diversidad de la cultura celta y el arte flamenco le dieron acogida en varias zonas del mediterráneo.
La historia del Jazz en España no arroja nombres de muchos artistas, pero específicamente en los años 50 tuvo su auge con Tete Montoliu, un reconocido pianista internacional de alto nivel que interpretó el género hasta llegar a la cima del espectáculo, lo cual no fue para nada fácil.
Su peculiar historia ha sido ejemplo a seguir para muchos. Era invidente pero eso no le impidió convertirse en músico de orquesta. Sus influencias en el jazz provienen de Art Tatum, Fats Waller, Duke Ellington y Earl Hines. Con el surgimiento del be-bop, se elevó el número de aficionados de jazz a nivel mundial.
El club Jamboree: un escenario para el jazz
Este lugar fue el centro de la resistencia del jazz en España, por donde se pasearon músicos de la talla de Lionel Hamptom. En seguida Tete Montoliu contó con la motivación necesaria para iniciar una gira europea, junto a los reconocidos Ben Webster, John Coltrane, Chet Baker, entre otros.
Alrededor de los 60 ya se había convertido en una figura pública, uno de los primeros en ampliar el alcance del género en España. Su talento sirvió de base para que nuevos intérpretes salieran a la luz. Fue en el año 1918 cuando comenzaron a publicarse los primeros titulares, haciendo alusión a los musicos afroamericanos que se alistaron en la armada estadounidense, con su armamento y sin dejar de lado sus trompetas.
Proveniente del Viejo Continente, la música se hizo sentir, llegando a las pistas de baile españolas, aunque en un principio era concebida como una melodía de orquesta. De hecho, no tuvo que transcurrir mucho tiempo, pues ya en los años 20 el jazz había pasado a convertirse en un fenómeno musical en España, después de haber sido menospreciado por muchos.
Al son de nuevos ritmos
La historia del Jazz en España quedó marcada para siempre, con las primeras baladas en Madrid y Barcelona, donde la clase alta la popularizó, hasta que empezó a escucharse en todos los estratos. No faltaron los casinos e incluso, los balnearios en que muchos pretendían disfrutar del ambiente, como si se tratara de París.
Las adaptaciones del género llegaron a la par, con la inclusión del foxtrot en zarzuelas. De allí, que muchos escritores aprovecharan la ocasión para plasmar el escenario en sus novelas, entre ellos Federico García Lorca y Jorge Guillen, fascinados por el jazz.
Aunque sus desertores veían el jazz como una influencia negativa para las tradiciones españolas, pasó a convertirse en todo un fenómeno, cerca de los años 30. Los Hots Clubs se pusieron de moda y comenzaron a organizarse conciertos en reconocidos teatros de la capital, mientras que los programas de radio y las revistas le dieron más popularidad.
En tiempos de posguerra
La Guerra Civil no logró opacar el género, pues este no se prohibió y la División Azul se despidió con ligeras melodías de jazz hot. Aunque el país quedó desvastado, se sintió el estancamiento musical, pero las pequeñas élites se encargaron de recuperar lo perdido.
Progresivamente, los clubs en Barcelona y los restaurantes colocaban sus pistas, de modo que fue fuente de inspiración para algunos cineastas. En los años 50, el be-bop hizo de las suyas, lo que implicó la evolución del género para ser más armónico.
La democracia le dio al jazz la libertad necesaria para afianzar su fama, pues en seguida, con la llegada de turistas, las nuevas melodías se hicieron sentir, en vistosos festivales y eventos auspiciados por los organismos oficiales dedicados a la proyección de la cultura.