Han transcurrido ya cuatro semanas de la desaparición en Canarias de las pequeñas Anna y Olivia, aparentemente secuestradas por su progenitor Tomás Gimeno, quien posterior a llevárselas dijo a la devastada madre de las niñas y su exesposa a través de un telefonema que, «nunca más las volvería a ver».
La acción aún mantiene a toda España en vilo, por cuanto pareciera como si se las hubiera tragado la tierra o el mar, sino como en principio se dijo, que su padre se las habría llevado hacia sudamérica.
Lo más reciente que se conoce de este lamentable caso, es que buscarán pistas de las dos hermanitas, de uno y seis años, en el fondo del mar con un sonar especial para tratar de avanzar en las investigaciones.
El gobierno de Canarias encargó un sonar especial, que llegará en pocos días, para rastrear el fondo marino por donde se vio la lancha con el padre y donde luego se encontró a la deriva. La esperanza de encontrarlas vivas aún persisten.
Han sido cuatro interminables semanas llenas de desesperación, confusión y sufrimiento para la madre que, se debate entre episodios de esperanza y depresiones en las que a veces se sumerge, pero sin perder las fuerzas y la fe en Dios.
A diario, la madre escribe cartas a Anna y Olivia las cuales actúan como catalizador para su desesperación y de este modo, desahoga todas sus penas y sentimientos que la asfixian diariamente, sin conciliar un sueño normal y extrañando cada día más a sus pequeñas.
El caso de Anna y Olivia, es uno de esos lamentables eventos lograr generar empatía en todas las personas que lo conocen. El secuestro y desaparición de estas dos niñas de 1 y 6 años, por parte de su propio padre, ha trascendido sobre otros casos similares por el grado de maldad, frialdad y alevosía tejida por el progenitor, para no dejar pistas ni cabos sueltos sobre el paradero de las pequeñas.