Los expertos señalan factores como la dependencia del turismo, un cierre más estricto y el pequeño tamaño de las empresas
El cóctel parece bastante simple: un puñado de problemas estructurales no resueltos, convenientemente agitados en combinación con las tremendas restricciones causadas por un patógeno inesperado que es invisible a simple vista.
Todos los indicadores advierten que la mezcla se ha encendido: en 2020, el producto interior bruto (PIB) de España se reducirá en un 12,8%, la mayor contracción de todas las economías avanzadas, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). El país también se dirige a un déficit récord y a un aumento del desempleo. Esto lleva a preguntarse por qué la situación económica es tan mala en España.
El confinamiento estricto y la segunda ola
Mientras los ciudadanos españoles acampaban en sus balcones durante meses, confinados en sus casas bajo un estricto cierre, otros países occidentales vivían una realidad mucho menos claustrofóbica. El gobierno español detuvo casi completamente todas las actividades no esenciales para aplanar una curva de contagio desenfrenada. «La inmovilidad se introdujo antes y fue más grave que en la media de los países avanzados», confirma Emilio Ontiveros, presidente de la consultora Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Luego, una segunda ola temprana del coronavirus rompió la frágil tregua de verano, trayendo consigo restricciones más severas. La última medida fue la decisión de Cataluña de cerrar todos los bares y restaurantes durante dos semanas. España ya no es el país europeo con mayor número de casos de coronavirus, pero la amplia exposición mediática no ha ayudado a relanzar la inversión.
La dependencia del turismo
Hay un consenso casi completo entre la media docena de expertos consultados por este periódico: España se ha visto obstaculizada por su excesiva dependencia del turismo, que en los días previos a la crisis contribuía con alrededor del 14% del PIB y daba empleo a tres millones de personas. «La estructura productiva de España se adapta muy mal a una situación de crisis», afirma José García Montalvo, profesor de economía de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
«Llevamos años hablando de que el modelo de sol y playa no es sostenible. Hemos hablado de industrialización, de invertir en energías renovables o en baterías eléctricas, pero el hecho es que es muy difícil cambiar algo en un sistema tan rígido y en el que los niveles de educación no son los que deberían ser», expresó.
España es el país de la UE con la tasa más alta de abandono escolar, y los estudiantes españoles suelen tener un rendimiento inferior a la media en el informe PISA, una evaluación internacional que mide la capacidad de los adolescentes para aplicar sus habilidades en matemáticas, lectura y ciencias a la resolución práctica de problemas.
Pero María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, no está de acuerdo con este punto de vista. Ella cree que la economía española se ha hundido simplemente por la mayor incidencia de coronavirus. Ella dice que es normal que el turismo juegue un papel más importante en España porque cuenta con 8.000 kilómetros de costa y más luz solar que otros países. «Hace unos años, la industria automovilística experimentó una considerable caída y afectó a Alemania más que a España. Pero nadie dijo que el sector automovilístico tuviera demasiado peso en la economía alemana», señala.
En Francia, el país con mayor número de llegadas de turistas – casi 90 millones al año – el PIB se contraerá un 9,8%, tres puntos porcentuales menos que en España. En 2018, el turismo representaba el 7,8% del PIB de Francia, según datos del gobierno francés. Ontiveros afirma que la clave de la industria turística reside en la diversificación y el gasto. «No debemos quejarnos de que somos el segundo destino turístico del mundo, pero sí necesitamos generar más valor por visitante».
Las pequeñas empresas orientadas a los servicios
En tiempos difíciles, el margen de supervivencia de una empresa a menudo dependerá de su tamaño. Esto se vio claramente con la repentina desaparición de los actores del sector bancario. En España, más del 90% de las empresas tienen cinco o menos trabajadores, lo que significa que están menos preparadas para afrontar las adversidades.
«Su capacidad defensiva es muy reducida y su estructura financiera es vulnerable a la caída de la demanda», advierte Ontiveros. Las empresas más grandes suelen resistir mejor, ya que exportan más, son más productivas y tienen un liderazgo más educado, afirma. También tienen acceso a recursos que los pequeños actores no tienen. «Iberdrola puede pedir prestado en el mercado de bonos, no necesita los bancos, pero un bar local de Jerez o Málaga sólo puede acudir al banco para obtener crédito», añade.
¿Por qué no crecen las empresas españolas?
José Ignacio Conde-Ruiz, subdirector de la Fundación para el Estudio de la Economía Aplicada (Fedea), cree que es una pregunta abierta. «Las leyes fiscales afectan al tamaño. Si eres una pequeña o mediana empresa (PYME), pagas menos impuestos de sociedades, pero no es la única explicación», dice.
El peso del sector de los servicios, en particular el alojamiento, la comida y la bebida, que no requiere mucho personal, podría desempeñar un papel. En cualquier caso, el predominio de las PYME no ha beneficiado a la economía, ni siquiera después del encierro. «Los hábitos de la gente están cambiando. El trabajo a distancia significa que ya no van a la oficina y almuerzan en un bar cercano. La gente está ahorrando debido a la incertidumbre», dice Conde-Ruiz, que también enseña en la Universidad Complutense de Madrid.
Trabajos temporales
La crisis del coronavirus eliminó más de un millón de empleos durante los 99 días de encierro. La oscura paradoja es que la pandemia redujo la dependencia sistémica de España de los trabajos temporales. Pero fue por todas las razones equivocadas: no hubo más contratos a largo plazo, y más gente se quedó sin trabajo al expirar sus contratos temporales y no ser renovados.
«Cuando hay una caída en la demanda, echamos a grandes cantidades de gente del mercado laboral. Eso empeora aún más las recesiones», dice Ontiveros. «Los trabajadores temporales son expulsados de inmediato. Y eso no es lo mejor en una situación como ésta, porque ni siquiera pueden solicitar el ERTE [régimen de permisos]», añade Conde-Ruiz. Los jóvenes son especialmente vulnerables, ya que ocupan muchos de los puestos de trabajo precarios, lo que ha llevado la tasa de desempleo juvenil al 43,9%, más del doble de la media de la UE.
Espacio fiscal limitado para el gasto
España terminó el año 2019, un año de auge, con un déficit público del 2,8% del PIB y una deuda pública cercana al 100%. Nadie en el gobierno anticipaba una pandemia mundial, y los recortes de gastos se pospusieron para más adelante. Cuando se produjo la crisis del coronavirus, el gobierno respondió con medidas como los permisos y el sistema de ingresos mínimos garantizados.
Aún así, los expertos consideran que el estímulo ha sido menor en España que en otras economías avanzadas. «Llegamos a este punto con un margen de gasto muy pequeño tanto en lo que respecta a la deuda como al déficit, y eso nos impidió adoptar medidas más agresivas como las de otros países, como ofrecer inyecciones de capital a las empresas o pagar el alquiler de los restaurantes», dice María Jesús Fernández, de Funcas.
Montalvo está de acuerdo en que las medidas de estímulo de España contra la crisis han sido pequeñas, comparadas con cosas como la decisión del presidente de los Estados Unidos Donald Trump de enviar millones de cheques a los estadounidenses por 1.200 dólares, independientemente de su nivel de ingresos.
«La proporción del PIB que se está utilizando en España es significativamente menor y el gasto de los consumidores no se está recuperando entre los hogares de menores ingresos. Francia, Italia y Alemania son un mundo aparte. Aquí depositamos toda nuestra confianza en los fondos europeos», señala, en alusión a los 140.000 millones de euros asignados a España por el fondo de recuperación del coronavirus de la UE.
Dependencia europea
Por otro lado, este experto no cree que los altos niveles de deuda y déficit sean una barrera, ya que Bruselas ha dejado en suspenso las normas fiscales a causa de la pandemia. También advierte que no se deben utilizar los fondos europeos para fines políticos, considerando el precedente histórico de que el dinero se desperdicia en «plantas desalinizadoras que no se utilizan y cursos de formación sin ningún tipo de estudiantes».
Ontiveros es menos escéptico. «España depende de Europa más que cualquier otro país. Sin sus fondos y la actitud agresiva del Banco Central Europeo, el destino de su economía sería complicado», dice. El director de la AFI cree que España ha tomado las mismas medidas que Alemania para contener las consecuencias: ayudar a las empresas con asistencia financiera garantizada por el Estado y ayudar a los trabajadores mediante planes de permisos.
Sin embargo, hay una diferencia notable: «La cantidad de recursos asignados por Alemania es mucho mayor, porque nuestro propio espacio de maniobra se reduce». El FMI publicó una investigación que muestra que de las cinco economías más grandes de Europa, España ofreció la menor cantidad de préstamos garantizados, pero por otro lado, tuvo la mayor aceptación de solicitantes.